miércoles, 9 de enero de 2008

La carrera por la supervivencia al límite: Que Dios se salve a si mismo.

Esta entrada del blog está dedicada a una controversia que vivimos en el siglo XX y XXI de forma inquietante y frenética, que desemboca en un estado de desorientación general sobre el mismo tema: la creencia de Dios.

El CS no defiende ninguna idea teológica puesto que tenemos clara la base evolutiva innata del ser humano y por lo tanto, llegado al siglo XXI, cuestionarse la existencia de Dios es algo irrelevante, lo cual se explicará en las siguientes líneas.

Hoy por hoy, creer en Dios de cualquiera de sus formas es un hecho tan variable como subjetivo ya que la gente en general no sigue una estricta doctrina religiosa inculcada de forma invariable, o sea, que hoy por hoy la mayoría de la población no es capaz de declararse de una corriente religiosa de forma estricta ya que es más mencionado el término “cristiano no practicante” que el de “cristiano practicante”. Pero por qué ocurre esto, la respuesta es sencilla: es innecesario seguir una doctrina religiosa ya que la ciencia la invalida y, puesto que la ciencia es empírica e invariable demuestra de forma clara los parámetros de la realidad y así desbanca teorías que se basan en conceptos no demostrables, abstractos o simplemente ambiguos.

Si bien la creencia de cada individuo es libre, para muchos el creer en un Dios les limita y el no creer les resulta una fuerza liberadora de ciertos comportamientos que no se pueden justificar de una forma lógica sino una cuestión cultural y tradicional. Pero el CS no está en contra de la cultura, por eso nosotros defendemos el que una persona pueda creer en Dios de la forma que quiera, sin embargo tomamos el cristianismo como una religión que marcó nuestra cultura durante siglos y por lo tanto es digna de respeto desde el punto tradicional, así pues creemos que es digno respetar ciertas festividades y tradiciones, pero no como una forma de veneración religiosa, sino una herencia cultural arraigada en la sociedad.

Pero está claro que sin la supervisión eclesiástica surge un problema mucho mayor en nuestra sociedad y es el de la carencia de moral. Antiguamente todos teníamos la tajante y clara moral cristiana, sin embargo, hoy por hoy tenemos una moral basada en ciertos rasgos culturales e históricos, otros religiosos y unos cuantos “éticos” que se les supone universales. Pero esto no crea una moral fuerte y homogénea sino una moral ambigua con muchas lagunas que no convence porque choca con otras morales de individuos semejantes que siempre deja que muchos se muevan entre márgenes morales poco descritos para poder realizar acciones de dudosa moralidad.

Por todo esto y mucho más la gente no se conciencia de una moral religiosa o de un Dios, por esto Dios está cayendo en decadencia y está desapareciendo, así pues es la última carrera de Dios para conseguir volver a traer la fe a la sociedad, pero como siga sin hacer nada, le será complicado, así pues el CS se cuestiona claramente su existencia.