Desde la antigüedad, los pueblos del mundo evolucionaron, se desarrollaron y expandieron por un claro motivo: la supervivencia. Y así es como hasta nuestros días han llegado un gran número de culturas, culturas diferentes y culturas parecidas, culturas que bien se pudieran englobar en una mayor por su parecido y procedencia y culturas que no tienen absolutamente nada que ver entre ellas y son como agua y aceite entre sí; pero ante todo, culturas que han conseguido sobrevivir a lo largo de los siglos, las crisis, guerras y revoluciones, llegando a configurar el mundo como lo es hoy: un conjunto de culturas con solo un factor común: el ser humano.
Pero si bien, todas estas culturas, se merecen la felicitación por haber sobrevivido al tiempo, también habría que distinguir cuales son las más importantes, o mejor dicho, cuales de todas estas culturas han conseguido aportar más filosofía, más ciencia, más arte, más moral, etc.; al mundo.
Considerando que uno de los pilares básicos de una cultura es la moral, hay que tener en cuenta que la moral representa algo inherente al ser humano y, por lo tanto, es parte de la esencia de la naturaleza social del hombre. Así pues, si somos capaces de distinguir entre diferentes culturas, también tenemos que distinguir entre diferentes tipos de moral, o directamente, diferentes morales. Pero no se puede decir que la moral sea algo diferenciativo entre las culturas, solamente, puesto que la moral es personal y representativo de cada individuo del mundo, aún así está muy claro que toda cultura tiene, debe tener y tendrá siempre, un patrón de moral del cual cada individuo de una sociedad adoptará dependiendo de una gran cantidad de variables, pero que aún así, su moral, se verá reflejada dentro de una moral cultural.
Pero para diferenciar una cultura no solo hay que basarse en la moral, puesto que la moral puede ser similar entre culturas diferentes. Lo que si es diferenciativo entre culturas es la historia: tradiciones, religión, mitología, etc.; que es, sin duda, el elemento clave que le da forma a la moral y por lo tanto a la cultura. Es evidente que mientras una mujer estadounidense se puede divertir tomando una copa con el mejor amigo de su marido, en algunos países árabes podría ser lapidada por tal acto, desde el punto de vista de la mujer estadounidense la lapidación que sufriría si se encontrase en el otro caso del ejemplo sería, para ella, un acto salvaje e inhumano, que no respeta a las personas, ni a la mujer; sin embargo en el caso de la mujer árabe, la estadounidense tiene una carencia clara de moral por la falta de respeto que supone, hacia su marido y hacia Dios, el realizar tal acto con otro hombre.
Así pues si cada cultura del mundo es parecida por pertenecer a la misma especie animal, somos tan sumamente diferentes entre nosotros, tanto al nivel cultural como al nivel personal, que es muy posible que una mezcla cree conflictos, o peor aún, que deteriore la cultura de una sociedad o de ambas.

Claro está que las culturas evolucionan, crecen y se adaptan al paso de la vida, pero lo realmente importante es guardar una identidad dentro del compendio, así pues lo lógico e importante es tener la capacidad de evolucionar, crecer y adaptarse sin perder las características importantes de la moral propia, ni la tradición, ni el lenguaje, puesto que son frutos del pasar de la historia y de nuestros antepasados.
Existen cientos de peligros entre las culturas. Considerando que, en base, una cultura debiera tener la clara convicción del bienestar, o en otros casos el control, de los individuos de la misma cultura, es fácil que se de una situación de búsqueda del poder sobre otras culturas por cuestiones económicas, territoriales, etc.; generando problemas, en muchos casos, de racismo, de pobreza o conflictos internacionales. O


Si bien, las culturas debieran centrarse en el bienestar de sus individuos y los individuos el preservar la cultura (normalmente diferenciadas en estados), también debiera encargarse de adoctrinar y educar a sus individuos para una mayor estabilidad, dejando un margen claro para la libertad sin entorpecer, deteriorar o distorsionar la propia cultura, sino evolucionándola, enriqueciéndola y defendiéndola ante posibles atentados hacia esta, como la globalización.
Lo escrito anteriormente se pudiera denominar como un puñado de reflexiones sobre la sociedad actual que me dieron la base del Culturalismo Social, y, por lo tanto, estas reflexiones son el punto de inicio del Culturalismo Social.
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